Si hay un virus que ha sabido desnudar al ser humano ese ha sido el VIH. Puedo transportarme a los años 90 cuando como médico comencé a atender personas con esta enfermedad y pude ver las reacciones de la sociedad. Para esa época, eran tanta la desinformación que había, que llegaban ante mi, personas solicitando que les diera los nombres y dirección de quienes tenían SIDA; si querían dañar a alguien hablaban y corrían la voz diciendo que tenía el VIH; incluso, viví escenas como médico en el que tenía que explicar lo irracional de tales solicitudes.
Hoy día, puede que se haya avanzado mucho en cuanto a diagnóstico y terapéutica, la llegada de las redes sociales ha permitido visibilizar muchos cambios y no precisamente avances, pero sí cambios en materia de comunicación, sin embargo, hay elementos que me atrevo a decir que no han cambiado y hablo, de los pensamientos que ocupan la mente de una persona cuando recibe el diagnóstico.
Y es que cuando, a una persona le entregan el diagnóstico de que es positivo al VIH son muchas situaciones y personas que vienen a su mente, y de alguna forma esta pregunta ¿realmente debo decir que tengo…? comienza a ocupar espacio en sus pensamientos cotidianos.
Sin embargo, esa pregunta no viene sola sino que viene acompañada de muchas otras preguntas, temores y sentimientos.
En este sentido, a través del tiempo una de las cosas que como médico aprendo con mi pacientes en relación a esta pregunta son entre algunas, las siguientes:
Las anteriores son reacciones y situaciones comunes que experimentan las personas que tienen que vivir con el VIH. La primera pregunta en este momento que puedo plantear para que reflexionemos es :
¿ Por qué crees que todo esto ocurre?
Para dar una respuesta general, debo decir que estas reacciones están enmarcadas en el hecho que todas las personas, incluyendo quienes reciben el diagnóstico de ser seropositivos al VIH en algún momento de su vida, han tenido alguna idea preconcebida sobre el virus y las personas enfermas siendo estas generalmente, discriminatorias. Es fuerte decirlo pero, es eso una realidad.
En otro orden de ideas y, para responder a la interrogante de si realmente se debe decir que se vive con el VIH lo primero que se debe tener claro es que esta es una decisión totalmente individual, de la persona que vive con el VIH y en algunos casos es necesario y en otros casos puede no ser necesario, esto depende de muchos factores .
Lo que sí considero es, que es un deber es que la persona que vive con el VIH, debe hacer el trabajo de autodescubrir la necesidad de decir o no a la pareja, familiares y amigos sobre su condición de salud y para esto hay un camino, una vía de como hacerlo.
Lamentablemente en mi experiencia he visto muchos pacientes que arruinan su vida por no saber cómo hacerlo y es que por el hecho que todas las personas de manera consciente o no, tienen ideas preconcebidas . Por lo tanto, es necesario que antes de comunicarlo el paciente “descubra” si debe hacerlo y “aprenda” cómo hacerlo.
Decir vivo con el VIH, no se trata de ser valiente o no tener valentía, no se trata de ser mártir, tampoco se trata de mostrar tu cara en las redes sociales con la etiqueta de soy seropositivo, pensando que así te sentirás mejor y estás ayudando a otros.
Decir vivo con VIH, se trata de un proceso - un camino que involucra aspectos tan individuales que, cuando lo hayas transitado desde la consciencia lo que habrás experimentado y obtenido a cambio, se transformara en tu mejor herramienta para concebir tu nueva vida con el VIH.
Por lo tanto, la respuesta a ¿REALMENTE DEBO DECIR QUE VIVO CON EL VIH? es mucho más que un Sí o No, es un camino que debes saber, conocer y querer transitar para, poder responder.